El dios griego Apolo le concedió a la sacerdotisa Casandra el don de la profecía, pero luego la maldijo: nadie creería jamás en sus pronósticos.
¿Sabías que eso iba a pasar?
A veces la vida nos da la oportunidad de ufanarnos pronunciando la ubicua frase de «¡te lo dije!», y hay quienes están convencidos de que realmente son muy buenos vaticinando el futuro.
Pero, si somos honestos, en la mayoría de los casos «sabíamos» que algo iba a pasar sólo después de que ocurre: era una de las posibilidades que consideramos.
Los humanos hemos estado tratando de predecir el futuro desde la antigüedad.
Los chinos tenían el I Ching mientras que los oráculos griegos preferían buscar respuestas en las entrañas de los animales.