Por Marcelino Lara
Ningún país del mundo ha podido desarrollarse sin un suministro adecuado y seguro de energía. La República Dominicana ha luchado por más de 60 años por garantizar a su economía una oferta segura de energía eléctrica. Ha sido muy difícil el trayecto porque hemos tenido que enfrentar muchos intereses políticos y empresariales creados alrededor del mercado de energía eléctrica dominicano.
Hoy día hemos avanzado bastante en cuanto a la generación eléctrica pero nos hemos quedado rezagados en cuanto a la distribución y el cobro de la energía servida, lo cual nos viene provocando pérdidas sustanciales en nuestro sector eléctrico que está siendo subsidiado por los contribuyentes dominicanos con unos 1,500 millones de dólares anualmente.
Las pérdidas totales han aumentado de 30.6% en 2019 a 38.8% en febrero 2024, llegando hasta el 40.7% en 2023. Estas son cifras preocupantes y al mismo tiempo desafiantes para el buen desempeño presente y futuro de la economía dominicana.
Asimismo, y de igual forma, la energía no cobrada ha permanecido en 35.2% de la energía servida desde 2019, según el grafico adjunto. De manera que, tampoco hemos sido capaces de aumentar los cobros de la energía servida en los últimos 5 años, incrementando así las pérdidas del sector.
El gráfico anterior se expresa por sí solo. El desafío que tenemos por delante no es poca cosa. O mejoramos sustancialmente esta situación o estaremos condenados al subdesarrollo durante muchos años más. Es algo inconcebible que tan solo EDEESTE pierda el 60% de la energía que compra.
Es obvio que estamos descuidando también el cobro de la energía servida, y lo peor de todo es que sólo la clase media paga religiosamente su factura eléctrica. Necesitamos de alguna forma concientizar en el pago del servicio eléctrico, tanto a los sectores más bajos de la sociedad como a los sectores más altos, que son los que más energía tienden a consumir, para que ambos entiendan que sin energía no hay desarrollo. Hagamos la tarea.