Economía social y democracia son dos fenómenos que se corresponden recíprocamente, ya que el funcionamiento de la economía social requiere de la democracia plena para la buena gobernabilidad y fortalecimiento del pluralismo como condición indispensable.
Entendemos etimológicamente el concepto de democracia como gobierno del pueblo, recordando que es, al fin y al cabo, una forma de gobierno, la mejor conocida hasta la fecha.
(Giovanni Sartori 1924-2017)
Por ello, a partir de las bases doctrinarias de las organizaciones de la economía social y desde la observación de actuales usos y costumbres, deseo introducir una reflexión sobre la necesidad de revisar práctica del voto por aclamación para la toma de decisiones en las asambleas de asociados de las cooperativas y de las mutuales.
El segundo principio cooperativo de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) de gestión democrática por parte de los miembros, expresa que: “Las cooperativas son organizaciones democráticas controladas por sus miembros, que participan activamente en el establecimiento de sus políticas y en la toma de decisiones. Los hombres y mujeres que sirven como representantes elegidos son responsables ante los miembros.
En las cooperativas primarias, los miembros tienen los mismos derechos de voto (un miembro, un voto) y las cooperativas en otros niveles también se organizan de manera democrática”.
De aquí surge la fórmula –un miembro, un voto- que pone en el centro a la persona, por ende, subordina el capital a la persona asociada y no le otorga al capital poder de voto y decisión.
Complementariamente orienta, guían y aportan al camino democrático los principios de la ACI del año 1995, el tercero denominado: “Participación económica de los miembros” y el cuarto principio: “Autonomía e independencia”.
A su vez el principio democrático del mutualismo dice: El sistema democrático en su profundo significado se expresa y concreta en la mutualidad, la igualdad se concreta en el uso de los servicios sociales, en la participación con un voto de los asociados activos, en la presencia y en la responsabilidad de todos en asambleas soberanas.
En base a estos lineamientos y directrices doctrinales las leyes de mutuales n° 20321 y de cooperativas n° 20337 incluyen y confirman la validez de la democracia entre sus características esenciales de identidad y organización.
A título ilustrativo citamos el artículo de la ley de cooperativas que legisla el voto: art. 2, inciso 3° “Conceden un solo voto a cada asociado, cualquiera sea el número de sus cuotas sociales y no otorgan ventaja ni privilegio alguno a los iniciadores, fundadores y consejeros, ni preferencia a parte alguna del capital”.
La ley de mutuales establece en su artículo 21 “Los asociados participarán personalmente y con un sólo voto en las Asambleas, no siendo admisibles el voto por poder. Los miembros del Organo Directivo y del Organo de Fiscalización no tendrán voto en los asuntos relacionados con su gestión…”
Afirmación democrática
Por ello, la democracia igualitaria en la pluralidad es un auténtico pilar en la organización, gestión, control y desarrollo sostenible de las entidades de la economía social que, debe ser visto en forma sistémica junto con los demás principios y valores.
En suma, la democracia con sus características representativa, deliberativa y participativa reconoce y requiere la totalidad del vínculo asociativo.
Es un ejercicio de racionalidad y es un aspecto insensible del sistema de autogobierno y autocontrol de las mutuales y de las cooperativas, que se legitima con la participación activa de los asociados.
A su vez supone que pueden existir desacuerdos y es precisamente un mecanismo de convivencia para solucionar los conflictos sin poner en riesgo la institucionalidad de las organizaciones de la economía social.
A la par de ser una herramienta para provocar transformaciones organizacionales ya enriquece el proceso de toma de decisiones e implica que a más democracia más visiones. Sin su cumplimiento la democracia se desvanece.
Por lo que hemos vivido es necesario aclarar dos aspectos, el primero que para la democracia la pandemia fue especialmente crítica y afectó negativamente el exceso de virtualidad y el segundo que la participación democrática no sólo se centra en el voto.
Democracia amenazada e insuficiente
El interrogante surge de la asistencia como invitado a diversas asambleas, máxima jerarquía institucional, donde he notado con cierta preocupación que la democracia no pasa por su mejor momento y que la importancia del voto es realmente relativa, tirando a poca.
Es decir, la democracia no goza de buena salud y percibí una peligrosa involución, donde la adhesión doctrinaria formal es alta, pero es baja la satisfacción en su implementación y funcionamiento.
Ya que la práctica democrática en las entidades cooperativas y mutuales, en el tratamiento y puesta a consideración del punto del orden día sobre la renovación y/o elección de consejeros y síndicos en las cooperativas y de los órganos directivos y de fiscalización en las mutuales, se recurre a un mecanismo electoral denominado “voto por aclamación” o “voto cantado”.
De observar este mecanismo surgen las interrogantes ¿qué no pasó? ¿es perjudicial dicha práctica electoral?
Ello implica concretamente poner a consideración una moción, debidamente apoyada de votar la lista de candidatos sugeridos por los actuales consejos de administración que se renuevan e incluyen a la sindicatura.
Procedimiento que es legal, de acuerdo con las normas establecidas en los estatutos, en los reglamentos internos de elecciones y/o por la decisión asamblearia que se toma, pero llama la atención que se vota a mano alzada y se consigue siempre la decisión por unanimidad.
Resultado por unanimidad que se hace constar en el acta de asamblea, aunque no todas las manos estuviesen en alto, es decir, no se pregunta ni tampoco se cuentan las abstenciones.
Moción que recurriendo a emociones de los asociados suelen hacer los que más hablan, los que hablan bonito, los aduladores, aplaudidores permanentes, comedidos y que se consideran más simpáticos o graciosos.
Mecanismo de consecuencia que frena la legitimidad de origen y que apela a una retórica de derechos institucionales para encubrir prácticas de no participación.
En algunos casos, los menos, observé que la moción ni siquiera surgió desde los asambleístas, sino de la misma presidencia de la asamblea y/o de los consejeros en funciones.
Siendo los consejeros y directores los que se deben encargar de reivindicar los principios democráticos y su aplicación práctica- institucional, con mayor compromiso y menos apatía democrática.
Democracia degradada
Considero que la implementación abusiva del “voto por aclamación”, “cantado” o “automatizado-exprés” está debilitando la legitimidad de la dirigencia, limitando la expresión y quitando interés al asociado a participar, tanto para integrar los consejos de administración o directivos, sindicaturas o fiscalización, como la asistencia misma de las asambleas.
Aunque no es novedoso, también percibí que en algunas ocasiones el voto exprés estuvo maquillado, alentado y acelerado por el anuncio “…ya está listo o se quema el asado…”
Desmotivación e indiferencia que generan distancia por falta de participación activa que naturalmente aleja a los asociados de sus responsabilidades con la organización de la que son partes y dueños que conlleva a una debilidad llamada “crisis de representación”.
Dedómetro
Como una personalización de los cargos en desmedro de las cooperativas y las mutuales. Debilidad que deja preguntas, lamentos o frases reveladoras de desconfianza “… ¿para qué vine?”, “…no me atrevo a decir lo que pienso…” “…una vez más el voto a dedo” o “dedómetro”; autocensura y pesimismo que se entiende como acuerdos de unos pocos.
Expresiones que indican que el apoyo y la satisfacción de la democracia continúan cayendo. Una cultura de pasividad y apatía que no es coherente con la democracia.
Como no hay oferta electiva, otra ventana que suelen abrir las metodologías de aclamación, es a los “oportunistas”, “aventureros” o “avivados” que cuando asumen los cargos no realizan la mejor gestión institucional en base a valores.
Conectado con el tema de la participación, asistí a asambleas muy formales de cooperativas de dimensión empresarial grande donde me llamó la atención que ningún asociado/a expresara opinión alguna sobre temas tratados en la asamblea con debates simplificados. Donde sólo se preguntaba desde la presidencia a posteriori de informar el tema “¿se aprueba?” y sin levantar las manos con un bullicio de “si aprobado”, se pasaba al próximo punto del orden del día.
Crisis e insatisfacción democrática
A la insatisfacción democrática se suma y le sigue el descreimiento hacia las entidades de la economía social que son consideradas como un proceso oscuro que genera peligrosos elementos personalistas y malestar con los representantes fraccionando los liderazgos.
Otro elemento usual de alguna parte de la dirigencia que usa esta metodología de voto exprés es echar la culpa de la apatía o falta de interés por participar de los asociados.
Votar o no votar no es lo mismo y tampoco es un tema secundario. La democracia supone la renovación de las dirigencias.
No tiene similar intensidad organizacional, aunque haya una sola lista oficializada previamente según lo previsto en los estatutos o reglamentos de elecciones se debe elegir una comisión de escrutinio y votar en una urna de forma secreta.
Dar la opción de emitir el voto en blanco o de abstención es importante y refleja el clima democrático de la mutual o cooperativa.
La ética es la base de la democracia y se debe evitar ir por la comodidad de la ley del menor esfuerzo que nos lleva a mutuales y cooperativas “líquidas”.
Desvío democrático que suele derivar en la cleptocracia. Es decir, un sistema de administración y gestión que, en lugar de buscar el bien común, está centrado en el enriquecimiento de sus propios dirigentes. Como, por ejemplo, el caso de la Federación Argentina de Cooperativas Agrarias – FACA-, nacida en el año 1947 y que en noviembre el año 1999 se presentó en concurso preventivo.
El voto por aclamación ¿es perjudicial?
El “voto por aclamación” produce el vaciamiento de la democracia y distorsiona el sentido.
La digitación previa deja calladas muchas voces donde retumban los silencios de los asociados, concentra poder y suele dejar paso libre a cierta dirigencia endogámica cerrada e interesada en la continuidad con reelecciones indefinidas por aclamación para la auto-perpetuación en sus cargos frenando posibles recambios en los consejos de administración o directivos, sindicaturas u órganos de fiscalización.
En el tema de las reelecciones se copian los criterios políticos de aferrarse a los cargos y de no encontrarle sentido a dejar el poder ni al valor de la alternancia. Lo que va en contra de la distancia óptima de intervención en la actividad dirigencial.
La falta de deliberación y al estar tantos años seguidos los mismos dirigentes enquistados en sus cargos comienzan a actuar como si fueran los dueños de las organizaciones y con el consiguiente paso a dirigencias hereditarias. Estos casos hereditarios son minoritarios, pero existen en la Argentina.
Democracia ampliada
En las democracias las alternancias dirigenciales son saludables y la autocracia es lo contrario.
Sobre este aspecto recordamos al economista John Maynard Keynes quién creía que “los funcionarios y políticos, típicamente hombres de edad avanzada, estaban dominados por sus acontecimientos inmediatos y hacían poco espacio a las nuevas ideas”. (Arana Mariano. Keynes y la política económica nacional, Página 12, suplemento cash n° 1654, 06-02-22, página 8)
Esto le hace mal a una genuina democracia y el volumen de asociados que votan en las asambleas quedará estancado o disminuirá de continuar esta metodología de elección y que especialmente frena la participación de los estamentos de jóvenes y mujeres.
Porque no satisface deseos y expectativas de los asociados. Realidad y datos que desde el balance social se expresan y debemos analizar.
El “voto por aclamación” no es compatible con el espíritu de los valores y principios cooperativos y mutuales, porque erosiona o fatiga la democracia, fuerza consensos e incrementa las probabilidades de que se cometan errores.
También, se lo suele vincular al “voto cantado” como una herramienta para obtener en las elecciones ventaja por parte de las dirigencias instaladas en el poder.
A la pregunta formulada sostengo que la práctica del “voto por aclamación” es perjudicial y genera descontento en las elecciones de los dirigentes. Se trata de ser, no de hacer como si fueran democráticas.
Mayor compromiso con la democracia
Es importante renovar y volver a valorizar el evento electoral en las asambleas ya que no es un acto únicamente simbólico, es efecto palanca para una democracia sustantiva que no se agota en el voto.
Dado que el voto libre, voluntario, nominal, secreto, depositado en una urna cultiva la esperanza, la convivencia pluralista, disminuye tensiones, une el tejido social, protagoniza y conecta al asociado en el proceso asociativo de las mutuales y las cooperativas.
El voto nominal, secreto y seguro es parte de la democracia que favorece los liderazgos integradores.
Aumenta la participación consciente y le otorga a los consejeros y síndicos electos más legitimidad democrática, vitalidad y autoridad institucional otorgada por la base de los asociados presentes en las asambleas.
Destaco la importancia de la privacidad y el carácter del sufragio secreto para que no tenga repercusiones negativas en los asociados que emiten el voto. A su vez potencia y fortalece la elección de dirigentes emergentes.
“El voto es la expresión directa de entregar confianza, yo te traslado mi confianza para que tú seas mi voz, tomes decisiones por mí y representes los deseos e intereses colectivos” (Fabián Cando Pimbo, Ecuador, año 2021).
Vale más la voluntad expresada en la urna que exige a los candidatos propuestos explicitar y persuadir sobre sus propuestas e ideas.
Por el contrario, el “voto por aclamación” o “voto cantado” algunas veces justificado y propuesto por simplicidad, practicidad, disponibilidad del tiempo asambleario u otras, las menos, por manejo intencionado y centralizado del poder, que produce debilitamientos de las energías organizacionales, escepticismos, apatías e indiferencias.
Para el caso de las mutuales se establece que en caso de lista única se proclamará directamente, según lo establecido en al artículo 23 “La elección y la renovación de las autoridades se efectuará por voto secreto, ya sea en forma personal o por correo, salvo el caso de lista única que se proclamará directamente en el acto eleccionario…”. No obstante, aunque es legal, sugerimos, aunque haya lista única se designe una comisión de escrutinio y se vote dicha lista única en una urna.
Dado que la metodología electoral de aclamación y proclamación alimenta la distancia de los dirigentes electos en las entidades de la economía social de los asociados y por ende mina la institucionalidad y legitimidad.
Retroceso democrático
La democracia es preciada, pero es frágil en algunas entidades más que en otras y debe ser cuidada.
En su reciente viaje a apostólico a Grecia el Papa Francisco (del 4 al 6 de diciembre de 2021) identificó como una de las causas del “retroceso democrático” la indiferencia individualista para con la realidad que nos toca vivir.
Otra corriente de pensamiento
Sobre esta cuestión cargada de implicaciones hay dirigentes y técnicos que desestiman esta interpretación o punto de vista alegando, que la distancia entre los representantes y asociados representados constituye un aspecto central de las democracias modernas. A su vez señalan que el voto secreto no proporciona legitimidad al sistema. Posición que respetamos, pero no compartimos.
Liderazgos con valores democráticos.
No esquivar la urna
Siguiendo las orientaciones decisivas de los principios doctrinales cooperativos y mutuales que mencionamos al inicio de esta nota, se debe construir una democracia en favor de la participación y del empoderamiento asociativo, poniendo énfasis en la metodología de designar las comisiones de escrutinios, sacar las urnas y llamar a todos y cada uno de los asociados, activos en el caso de las mutuales, acreditados en la asamblea a emitir su voto secreto.
Creo que la asamblea es el espacio de mayor importancia y representatividad institucional para debatir y consensuar ideas, que se fortalece con una democracia plena en las elecciones de sus dirigentes.
Institucionalizar la democracia mutual y cooperativa que es responsabilidad de todos, significa darles lugar a todos y a cada uno.
Significa que para una práctica institucional más activa debemos: volver a utilizar la urna, elegir una comisión de escrutinio de la elección integrada por asociados, votar en secreto y aclamar menos, es la forma de alentar liderazgos constancia con los valores de las democracias.
Eduardo H. Fontenla
Lic. en Cooperativismo y Mutualismo y en Ciencia Política y Gobierno.
Buenos Aires