Juan Pablo Acosta García
Conforme con las disposiciones de los artículos 54 y siguientes de la ley 127, del 27 de enero del año 1964, sobre sociedades cooperativas en la República Dominicana, el movimiento cooperativo nacional se integra por cooperativas de primer grado, de segundo y de tercer grado.
Lo anterior significa que las cooperativas deben organizarse en federaciones y estas a su vez en confederaciones.
Ese mandato no es una simple formulación jerárquica del cooperativismo, sino que, conforme a los méritos legales citados, las cooperativas deben asociarse en federaciones, las cuales tienen, a la luz del artículo 55 de la citada ley, entre otras funciones, el deber de: “coordinar y vigilar las cooperativas afiliadas para la realización de los programas económicos y sociales y la consecución de los objetivos de las mismas”.
Así mismo, es deber de las federaciones, “La representación y la defensa general de los intereses de las sociedades federadas, e intervenir en los conflictos que surjan en el seno de las mismas, como árbitros componedores”. De su parte, es deber de las federaciones asociarse en el Consejo Nacional de Cooperativas (CONACOOP), para el “fomento y defensa de todo el movimiento cooperativo del país, en colaboración con el Estado y las entidades particulares locales y extranjeras, que auspician el cooperativismo en el mundo, así como representar y defender los intereses de las Federaciones asociadas a petición de éstas.
Es decir que, el CONACOOP, formado por federaciones y estas a su vez por cooperativas, debe unificar criterios con el movimiento, nacional e internacional cooperativo para bien del cooperativismo dominicano. Unificar criterios, no imponerlos.
Como vemos, el rol de los organismos de integración en el movimiento cooperativo no se circunscribe a una mera estratificación para que algunos se vanaglorien de ser los “jefes” del sector, sin cumplir fiel y éticamente sus deberes. El cooperativismo, como movimiento social y económico, exige que los órganos de integración sean capaces de cumplir estrictamente con sus deberes en procura del desarrollo, la defensa y el crecimiento de los cooperativistas.
En los momentos actuales, en los que se ciernen graves amenazas internas sobre el cooperativismo nacional, debe exhibirse una unidad monolítica de todo el movimiento cooperativo dominicano. Observamos, sin embargo, un franco divorcio, o al menos, una falta de cohesión del cooperativismo dominicano de las cooperativas en torno a las federaciones y de estas en relación con el CONACOOP en la defensa de los intereses del movimiento.
No es posible que el órgano rector del movimiento cooperativo nacional decida, en franca violación a las leyes de la economía solidaria, gravar con una tasa impositiva, actividades como la expedición de una certificación para la celebración de una asamblea general, y que el sector, salvo lo que sabemos de las acciones adoptadas por la Federación de Cooperativas del Cibao Central (Fecoopcen) no haya hecho absolutamente nada en su rol de defensa del cooperativismo nacional.
Si los organismos de integración no cumplen efectivamente con su rol, el cooperativismo dominicano va por mal camino.
Todas las cooperativas deben unificar criterios en torno a las federaciones y estas a su vez en torno al CONACOOP para que el movimiento cooperativo dominicano pueda realizar las acciones necesarias dirigidas a contribuir a liberar de la pobreza extrema a sus miembros. Integración no significa “ser jefe” o considerarse como tal. No significa reunirse en lujosos hoteles a “teorizar” o viajar al exterior en igual actitud. Significa, unidad. Significa, trabajo colaborativo en bien de toda la comunidad cooperativista del país. Significa, que las federaciones y el CONACOOP reúnan al sector y que lo consulten real y efectivamente para adoptar medidas conjuntas dirigidas a beneficiar al cooperativismo dominicano. Es deber de las cooperativas de base aunar esfuerzo junto a las federaciones y al CONACOOP para defender el sector frente a las amenazas que les acechan.
Es deber de los organismos de integración requerir de las bases del sector, qué es lo que este desea y qué es lo que le conviene al cooperativismo nacional. ¡Cumplamos pues, con nuestro deber!